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16/04/12 15:33
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi
palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación,
mas ha pasado de muerte a vida”. –Jn. 5.24
1)
Nuestro Señor nos hace una clara distinción entre
dos tipos de personas, aquellas que han creído en el mensaje del evangelio y
aquellas que no. Las primeras son salvas, las segundas no. Las primeras creen y
su fe en Cristo los salva del juicio que está determinado para todos los
hombres, y no van a condenación como las segundas que no creen en él. Las
primeras tienen vida eterna asegurada, las segundas tiene su vida
terrenal la cual les durará solamente hasta el día en que fallezcan,
morirán en sus delitos y pecados ya sin esperanza alguna.
Esto es
posible solo porque Cristo cargó con nuestros pecados en la cruz y él es el
único sacrificio agradable ante los ojos de Dios Padre, como un cordero sin
mancha y sin defecto, por tanto, quien crea en él, en su nombre, en su sangre,
es salvo, pues Jesús nos justifica ante el Creador y nos salva del juicio
seguro que se viene sobre toda la humanidad al final de este siglo.
"Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".
–Ef. 2.5-9
"…y
no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
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