13/10/08 11:37
“Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, le cubrían de ropas, pero no se calentaba. Le dijeron, por tanto, sus siervos: Busquen para mi señor el rey una joven virgen, para que esté delante del rey y lo abrigue, y duerma a su lado, y entrará en calor mi señor el rey.
“Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, le cubrían de ropas, pero no se calentaba. Le dijeron, por tanto, sus siervos: Busquen para mi señor el rey una joven virgen, para que esté delante del rey y lo abrigue, y duerma a su lado, y entrará en calor mi señor el rey.
Y buscaron una joven hermosa por toda la tierra de Israel, y
hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey. Y la joven era hermosa; y
ella abrigaba al rey, y le servía; pero el rey nunca la conoció.” -1R. 1.1-4
La vida cristiana atañe dos hechos perfectos y sobre los
cuales se verá premiada nuestra eternidad con Cristo y con Dios Padre: la
santidad y la obediencia.
La santidad nos va limpiando, de mano de la Palabra, de
objetos y deseos que en el mundo hallamos “naturalmente”, siendo manchados a
diario por el pecado en el que subsiste todo este orden de cosas, Entendemos
que no somos santos por nosotros mismos, es Jesús, viviendo en nosotros quien
nos hace ver así ante Dios en su trono, y son su misericordia y su gracia las
que permiten el milagro de esto.
Toda obediencia lleva ineludiblemente a la santidad pues es
imposible que sea de otra forma, recuerde que Pablo mismo en su carta a los
Gálatas declara: “…todo lo que el hombre sembrare, eso también segará
(cosechará)”… Es imposible que obedezca en “no cometerás adulterio” y como
consecuencia de ello no obtenga un matrimonio y un hogar bendecido por Dios,
lleno de armonía (a pesar de inevitables dificultades), y en el que se sientan
todos sus miembros dichosos. Muy al contrario, toda obediencia lleva
inevitablemente a una bendición abundante.
Cuando David pecó al tomar a Betsabé, una mujer casada,
acostándose con ella y dejándola embarazada, y después hizo matar a su marido
al no poder ocultar por mucho más tiempo su adulterio, las consecuencias de
ello fueron tan tremendas que incluso Dios estuvo listo y dispuesto a matar a
David: “Jehová ha remitido tu pecado, no morirás, le dijo el profeta Natán.
Gracias a Dios que se arrepintió, pero el hijo de esa relación murió al poco
tiempo, otro de sus hijos: Amón, abusó de una de sus hermanas (por parte de
padre) y luego la aborreció, su hjo mayor: Absalón, se vengó por cuenta de su
hermana y lo hizo matar, además cometió igual o peor adulterio que su Padre
acostándose con todas las concubinas en la terraza del palacio y a la vista de
todo el pueblo, terminó rebelándose contra David y al final fue muerto a espada
por los siervos del rey a quien, ellos sí, amaban y honraban.
Estas experiencias tuvieron tal impacto en David que muchos
de sus Salmos hablan del dolor que experimentó a través de esos años; de paso,
debes comprender que Dios está más interesado en tu salvación y santidad antes
que cualquier otra cosa que tú necesites en este instante, y David lo
comprendió perfectamente. Incluso, luego hizo enclaustrar de por vida a todas
las concubinas hasta que murieran (las que se deshonraron a sí mismas y al rey
acostándose con Absalón), y jamás se llegó de nuevo a ninguna de ellas, solo se
quedó con Betsabé como su única y legítima esposa.
¿Porqué David Abisag?... Bueno, ahora sí contesto esta
pregunta. El joven David que pecó en adulterio dista mucho de ser al David
viejo al cual buscaron una joven virgen y hermosa para que durmiera con él y lo
caliente, este último David es el mismo David al cual debemos llegar a ser
TODOS nosotros, la búsqueda de la santidad es un proceso, es un sendero que
Dios ha puesto delante de nuestros pasos, y es un fin en sí mismo, es la meta a
la que debemos anhelar llegar cuando nuestro ojos sean cerrados en la
profundidad de la muerte, es la preparación diaria y amorosa en el querer
honrar y servir al Dios que nos salvó por medio de esa sangre preciosa, de un
cordero sin mancha que puso su vida por nosotros, por cualquiera que solo le
crea lo que en su Palabra Dios ya ha hablado. El pasado debe quedar en el
olvido tal como nuestro creador lo ha hecho cuando nos perdona, él nunca nos vuelve
a recordar los errores y pecados antiguos, somos nosotros quienes tendemos a
volver a buscarlos y sacarlos a flote de nuevo. Cuando Dios nos perdona, como
perdonó a David, no ve de nuevo el pecado en el cual estuvimos y solo ve cómo
caminamos día a día en oración, ayuno, lectura de su Palabra y las
circunstancias que enfrentamos de su mano. Abisag fue esa joven que abrigaba a
David por las noches (entendemos que tenía a su esposa legítima, a Betsabé, y
solo a ella), pero él jamás la tocó siquiera aún cuando como rey hubiera podido
hacerlo, e incluso tomarla como una nueva esposa: “…pero el rey nunca la
conoció” (esto es: no tuvieron intimidad sexual alguna, véase también cuando
Adán “conoció” a Eva y tuvieron a sus hijos Caín y Abel: Gn. 4.1).
David aprendió la lección: honraría al Señor buscando la santidad alejándose de la lujuria que lo destruyó cuando joven. Esa fue su firme determinación y la mantuvo hasta su muerte.
¿Qué debemos seguir buscando?: la fidelidad en la pareja
hombre-mujer, y dentro del matrimonio como Dios lo ha establecido; hablar con
la verdad, alejarse definitivamente de las novelas, dibujos animados, internet,
películas, música que no edifiquen en el amor, la misericordia hacia los demás,
la justicia y la defensa de la vida, el amor a Dios y a su Palabra. En una
sencilla frase: buscar la santidad propia por el amor hacia Dios, y hacia
nuestros semejantes, que vamos adquiriendo con la obediencia!
Este blog va enfocado directamente a ello: la búsqueda de santidad en todo cristiano y los mandamientos de Dios para la vida en familia.
“…pero el rey nunca la conoció.”