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22/04/10
Bennet Cerf relata su
conmovedora historia de un omnibus que iba dando saltos por una ruta provincial
en el Sur de los Estados Unidos.
En un asiento, un
anciano delgado sostenía un ramo de flores frescas. Al otro lado del pasillo, había
una jovencita cuya mirada se fijaba una y otra vez en las flores que llevaba el
hombre.
Llegó el momento en que el anciano tenía que bajarse. Impulsivamente, arrojó las flores sobre la falda de la jovencita. “Veo que le gustan las flores –explicó, y creo que a mi mujer le gustaría que las tuviera usted. Le diré que se las dí.”
La chica aceptó las
flores y luego observó que el anciano se bajaba del omnibus y atravesaba el
portón de un pequeño cementerio…
-Tomado de: “Última taza de chocolate caliente para
el alma”.
………………………………….La
Biblia dice:……………………………………
“Al que te pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu
prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que
está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace
llover sobre justos e injustos”. -Mt. 5.42-45
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¿Cuánto cuesta un regalo?...
Cuando era niño mi papi me compraba los autos
“Matchbox” en la Farmacia “San Carlos” a la vuelta de la esquina de nuestra
casa. Llegué a tener una buena colección de ellos y jugaba en el patio con los
amigos de ese entonces que ya ni recuerdo cómo ni quienes serían, pero al mismo
tiempo que disfrutabamos del juego me daba cuenta de algo: ellos no tenían sino
uno o dos carritos mientras yo tenía todo un tarro lleno y con muchos modelos
diferentes.
Entonces, con el solo paso de los días, comenzaron
a desaparecer poco a poco mis autos… ¡se los regalaba!...
Por supuesto que al darse cuenta mi papi ya no
volvió a comprarme mas carritos y me quedé así hasta un cumpleaños, años más
tarde, en que me compró otro a los tiempos; de paso, me vienen a la memoria un
autito “Mercedes” deportivo rojo con el techo en lona blanca, un camión de la
misma marca de color dorado y del mismo color un “Chevrolet Buick”, la
camionetita verde de capota transparente con un león dentro y a la que le hice
cada vez que pude otras capotas o camper de cartulina, ventanas de plástico
transparente y pintadas con témpera; también era lindo el bus de la TWA blanco
como los modelos “Marco Polo” que existen ahora.
Todos y cada uno de ellos fueron regalos preciosos
de mi papi hacia mí en ese entonces y, me he puesto a pensar: ¿cuántos regalos
se dan en el mundo día con día tan solo en una ciudad cualquiera de las
modernas y cosmopolitas en que vivimos? …Y aún más que eso: ¿cuántos regalos
serán dados con una intención sana, transparente y sincera?
De la cantidad de regalos en un día que no sea
feriado de San Valentín ni Navidad ni nada de eso, solo un día más como
cualquier otro, ¿cuántos habría que tacharlos por intenciones malsanas,
escondidas en intereses propios como el de darle a un “jefecito” a fin de lograr
una cierta simpatía donde el verdadero fin es ganarse sin más un aumento en el
sueldo, un cargo mejor o quien sabe qué otras cosas? ¿Y qué del hijo para
congraciarse con la madre a la que no aprecia solo por buscar una herencia? La
de la chica que regala su cuerpo a un maestro o a un “novio”, la del hombre que
regala todas sus atenciones a una mujer solo hasta poder llevársela a la cama,
o los regalos de la política y la justicia donde la sutileza institucionalizada
compra mente, corazón y conciencias…
En verdad es lindo recibir un regalo, pero en
verdad les digo que es aún más lindo el poder tener la capacidad de realmente
alegrarse por darlo. Un buen regalo, un regalo bueno, nacido de corazón
sencillo y honesto tiene la facultad de decirle a quien se lo da: “me importas
mucho”, “te valoro y te aprecio” (“tienes” valor = “NO tienes” precio);
“te tengo en mis pensamientos”; “te amo” o “te quiero”; “eres una linda
persona”, “gracias a Dios que te tengo conmigo”; “no cambies nunca”, “te
admiro” (algo que no puede decirse a un “jefecito” a no ser que exista una
linda y mutua confianza), “eres mi héroe”; “me agrada conversar y pasar tiempo
contigo”… y sigamos añadiendo las frases que quieran, existen tantas y tantas y
tantas…
Además, está el hecho del “valor real” de un
regalo, o lo que es lo mismo: ¿la relación precio-aprecio es la adecuada en
aquello que le ofrecemos? ¿Estoy dispuesto a pagar el “Precio” por el genuino
“Aprecio” que siento hacia “esta” persona?...
Me explico mejor: cuentan que Elvis Presley terminó
regalando muchos de sus autos a diferentes personas de los que le rodeaban,
tanto así que en una ocasión un muchacho no podía dejar de ver un cadillac de
su propiedad y terminó dándoselo, ese rato, solo por el gusto que sentía Elvis
al verlo tan feliz y contento. Quiero decir: ¿estás dispuesto a dar lo mejor
que puedas, en un regalo, sin que importe el costo (en $...) que representa?
Un abrazo, unas palabras a tiempo no cuestan nada,
y sin embargo para muchas personas es algo que verdaderamente les está haciendo
falta como un regalo, solo visita los hospitales o las cárceles o los hospicios
o los hogares donde la gente se halla y se siente sola, te darás cuenta
enseguida de cuan cierto es esto.
Cuando estuve en tercer grado andaba “enamoradote”
de mi profesora y al terminar el año le regalé el libro más valioso que en mi
corazón yo tenía: el tomo I de “El Libro de Nuestros Hijos”: “Cuentos
infantiles y de Fábulas” - de la desaparecida Editorial UTEHA (por
supuesto que mis padres nunca se enteraron de esto), ¿y por qué le di algo tan
grande y valioso que tenía como 600 páginas?... Pues no hay razón sino aquella
que hasta ahora me dice “que yo amaba mucho a mi profesora”. El caso es que el
costo queda de lado, y cuando “casi ni importa” el Precio invertido, el Aprecio
queda para siempre flotando en el ambiente del alma, tal como el delicado y
sencillo rastro en las mejillas de un perfume muy caro.
Por supuesto que he hecho lo mismo algunas veces y,
por cierto, los carritos “Matchbox” de mi colección infantil no fue que
desaparecieron ni nada parecido, yo mismo fui regalando y regalando y regalando
a mis amiguitos de ese entonces, y aunque han pasado ya unos tantos años la
alegría de haber sabido darlos a quien no tenía sigue estando intacta, risueña,
fresca, llenándome la vida por completo con la dulzura melancólica de aquellos
juegos…
-Álvaro Rojas, abril 2010
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