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03/03/09 14:24
Tantos años huyendo y esperando y ahora el
enemigo estaba en mi casa.
Desde la ventana lo vi subir penosamente por el
áspero camino del cerro. Se ayudaba con un bastón, con un torpe bastón que en
viejas manos no podía ser un arma sino un báculo.
Me costó percibir lo que esperaba: el débil golpe
contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio
concluir y el tratado de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo
ahí, ya que no sé griego. Otro día perdido, pensé.
Tuve que forcejear con la llave. Temí que el
hombre se desplomara, pero dio unos pasos inciertos, soltó el bastón que no
volví ver, y cayó en mi cama, rendido.
Mi ansiedad lo había imaginado muchas veces, pero
sólo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último retrato
de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.
Me incliné sobre él para que me oyera.
-Uno
cree que los años pasan para uno -le dije- pero pasan también para los demás.
Aquí nos encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.
Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del saco.
Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del saco.
Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.
Me dijo entonces con voz firme:
-Para entrar en su casa, he recurrido a la
compasión. Lo tengo ahora mi merced y no soy misericordioso.
Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y
sólo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:
-Es verdad que hace tiempo maltraté a un niño,
pero usted ya no es aquel niño ni yo aquel insensato. Además, la venganza no es
menos vanidosa y ridícula que el perdón.
-Precisamente porque ya no soy aquel niño -me
replicó- tengo que matarlo. No se trata de una venganza sino de un acto de
justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror para que
no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.
-Puedo hacer una cosa -le contesté.
-¿Cuál? -me preguntó
-Despertarme.
Y así lo hice.
- Jorge Luis Borges
La presencia del mal es una realidad que la
Biblia nos da a conocer en la persona original de Satanás, y él tiene también
muchos nombres como Diablo, Lucifer, Luzbel, Belial, el engañador, mentiroso y
padre de mentira, homicida desde el principio, el dragón escarlata, la
serpiente antigua, el ladrón, el acusador de los hermanos, … Todo en su
naturaleza es y respira a maldad:
………………………………….La Biblia dice:……………………………………
“Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente
antigua, que se llama diablo y Satanás, …”
-Ap. 12.9
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los
deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio,
y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla
mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” -Jn. 8.44
“El ladrón (el Diablo) no viene sino para hurtar
y matar y destruir; yo (habla Jesús) he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia.” -Jn. 10.10
Hoy en día el cine, la literatura, las artes en
general y la televisión están llevando a la gente a NO CREER en su presencia y
su existencia en todos los asuntos de este mundo. Sin embago, la Biblia es
enfática en hablar de sus motivos, sus maquinaciones, el odio infinito que
tiene hacia el hombre, pues ya que no puede hacer daño a nadie en el cielo
entonces se desquita con aquellos que sí puede, es decir, con cada uno de
nosotros en la tierra, y en las formas en que pueda hacerlo él lo hará y lo
hace y lo está haciendo de seguro.
La maquinación más inteligente de su mente
perversa es llevar a la gente a NO CREER que él EXISTE. Toda película o
dibujo animado o novela nos hace verlo como un simple resultado de la
imaginación humana mas no de su existencia real, porque él sabe que si un
hombre entiende bien su presencia maligna en todas las cosas de este mundo,
entonces ese hombre se preparará para el día en que tenga que dar cuentas de su
vida ante el Dios de los cielos. Si un hombre NO CREE que el Diablo es tan REAL
como nosotros mismos, entonces nunca prepara su corazón para buscar la voluntad
bondadosa y perfecta que desea Dios hacer manifiesta en él.
Si usted conoce a su enemigo, entonces se
preparará para luchar, pues nadie en su sano juicio dejaría vaciar su casa
si conoce la hora, el modo y la forma en que el ladrón llegará a robarle.
Del mismo modo sucede si el hombre entiende la presencia maligna del Diablo, se
prepara, toma todas las armas espirituales que la Biblia por su Espíritu Santo
puede y QUIERE darnos: fe, esperanza, perdón, amor, misericordia, juicio y
entendimiento con lo cual confrontarlo en victoria siempre.
Mas vale que reconozcamos su presencia de la
misma forma en la que reconocemos la presencia del Señor para el perdón de
nuestros pecados, el milagro de la salvación por nuestro Señor Jesucristo, y la
vida eterna prometida a todos aquellos que lo amamos y guardamos sus
mandamientos en todo:
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.” -Jn. 10.10
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida;
el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo
aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” -Jn. 11.25-26
“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al
sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana
del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees,
verás la gloria de Dios?” -Jn. 11.38-40
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