Tu amigo fiel

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19/05/10 20:14


Cuando estés perdido
bajo un cielo triste y gris

y nada, nada te haga feliz,

pon tu pensamiento en mí
y nómbrame sin más,

recuerda que siempre
tendrás mi amistad.


Háblame, búscame
y al lugar que quieras iré,

a tu lado, allí estaré.


Todo lo que tienes que hacer
es sentir que no te olvidé,

soy tu amigo, sí, tu amigo fiel.


Cuando estés vencido
y en ti no encuentres paz

y al dolor te entregues por los demás,

mira dentro tuyo y allí me encontrarás,

soy esa pequeña luz de amistad.


Háblame, búscame,
y al lugar que quieras iré,

a tu lado siempre, allí estaré.


La distancia no existirá
para este cariño tan normal
soy tu amigo, sí, tu amigo.


Ya sabes que en mi alma
tienes lugar
un puerto donde llegar,
abierto para tus sueños,

tus penas y sentimientos,
y yo te lo ofrezco.


Háblame, búscame,
y al lugar que quieras iré,

a tu lado siempre, allí estaré.

Todo lo que tienes que hacer
es sentir que no te olvidé,

soy tu amigo, sí, tu amigo fiel.


-Canción (Lucerito) 





………………………………….La Biblia dice:……………………………………
“Si pequé, tú me has observado,
Y no me tendrás por limpio de mi iniquidad.
Si fuere malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza,…” - Job 10.14



Aquello que más aborrece Dios es el orgullo, en contra de este se encuentra la humildad y por consiguiente el aprender a depender completamente de él aún para dar el más pequeño de los pasos es muy importante para la vida cristiana. Y puedo decir con toda honestidad que yo mismo no he logrado llegar a tal punto, donde el ir a la derecha “concientemente” dependa de su dirección, o el ir a la izquierda de igual modo; por que en el día a día tomamos decisiones muy simples como tomar un autobus u otro, o escoger qué y a quién cumplir con una tarea determinada; algunos elegimos hace tiempo aquello a lo que dedicaríamos nuestro esfuerzo y tiempo, e incluso también por quién deseamos lograr las cosas más bellas o locas, y saber perfectamente que por esa persona especial es que aún respiramos y que existimos.

Cada día es distinto, las flores a lo largo de una avenida están abiertas, otra mañana ya no; y si bien el sol siempre sale e ilumina la tierra a veces lo hace de tonos dorados sobre la alfombra de la cordillera hacia el Antisana, otras veces como estos últimos días las cigarras de las nubes lo ocultan hasta las seis o seis y media, solo entonces asoma en su carruaje y galopa como un brinto con toda su fuerza. Y las labores de la mañana se complican a veces, en las tardes se vuelven más amenas y sencillas, pero en otra mañana y a las mismas horas las experiencias pueden ser diametralmente diferentes cuajando con otro sabor de frutas. Entonces, depender de nuestro Señor no es solo cuestión de conveniencia, sino que con el paso del tiempo y del aprendizaje en el conocimiento de sus propósitos para con cada uno de nosotros, descubrimos algo: que él no solo, y siempre que se lo permitimos, nos va llevando de la mano, sino que también se interesa profundamente en cada paso que damos: si voy a comprar lo necesario para el hogar durante esta semana o de una vez para el mes que viene, si iré a una piscina para desestresarme un poco o si en la bici intento llegar a alguna parte por la carretera o por las montañas; si quiero un helado de banano “hecho en casa” y que lo preparo temprano o mejor compro un tarrito “Pingüino” de 1 litro y con sabor a ron pasas (helado o chocolate, me derrito con eso…); y en esa simple decisión saber pedir a Dios que sea lo adecuado y bueno y perfecto para ese momento o ese estado. Lograr eso es lo que me he propuesto como meta propia hasta que termine este año, luego, cuando llegue el ruiseñor del 2016 ya será un sencillo hábito o, al menos eso intentarlo ya desde ahora.

No soy el mejor hombre que pudiera haber hoy día sobre la tierra entera, aún tengo mis temores y no pocas veces, y cuando he errado incluso con toda intención o he pecado en algo Dios ya lo ha visto a ciencia cierta; nada hay de mi corazón o mi mente que él ya no sepa y me lo descubra cual una carta abierta; entonces, digo, en ocasiones, no me atrevo ni a ponerme de rodillas y orar en la oscuridad de mi cuarto pues yo mismo me avergüenzo de no ser como esos hombres, grandes, de la Biblia: Moisés, Pablo o Bernabé, David o Felipe o José, hay tantos otros… quisiera ser solo un hombre como aquellos para Dios y no me veo lograr ni un peldaño apenas, quisiera ser un hombre “bueno” solo para él y seguirle a donde fuera sin temerle a nada, en otras soy lo suficientemente arriesgado y valiente y comprendo que aquello que vale la pena buscar debe dedicarse el tiempo y las fuerzas necesarias para mantenerlo vivo como una flor que se cultiva, se cuida con la sutil delicadeza de un relojero y se lo abriga sobre el perfil del pecho mientras calienta.

Comprender incluso que si acaso unos ojos me miran es un regalo de Dios que no se debe, ni en broma, echar por tierra… 



“Si pequé, tú me has observado,
Y no me tendrás por limpio de mi iniquidad.
Si fuere malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza,…”





-Alvaro 



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