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04/05/10 19:26
Al poco tiempo de nacer su hermano, la pequeña
Sachi empezó a pedirles a sus padres que la dejaran sola con el recién nacido.
Estos temían que, como ocurre con la mayoría de los chicos de cuatro años, se
sintiera celosa y quisiera golpearlo o sacudirlo, de modo que dijeron que no.
Pero ella no mostraba indicios de celos. Trataba
al bebé con dulzura y sus ruegos para que la dejaran sola con él se volvieron
más apremiantes.
Decidieron permitírselo.
Regocijada, fue al cuarto del bebé y cerró la
puerta de un golpe, pero rebotó, dejando abierta una rendija suficientemente
grande como para que sus padres espiaran y escucharan. Vieron que la pequeña
caminaba despacio hasta donde estaba su hermanito, acercaba su cara a la de él
y le decía bajito: “Bebé, dime cómo es Dios. Empiezo a olvidarme”.
-Dan Millman, Tomado de: “Última taza de chocolate caliente para el
alma”
………………………………….La Biblia dice:……………………………………
“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí
el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos;
y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron”. -Ap. 21.3-4
Vivimos un tiempo de preparación, un tiempo donde
somos amoldados por las circunstancias y en el cómo respondemos ante ellas y
ante la vista atenta de nuestro Creador. Un día ya no conoceremos lo que es el
llanto, no se escucharán más sollozos tras de una ventana ni se sabrá nada en
absoluto de la soledad; el niño caminará tranquilo entre leones y la víbora
comerá de mano de una niña las primeras uvas que una vid dé en un atardecer
cualquiera.
Dios no nos hizo para el sufrimiento, sin
embargo, es por el dolor y por las pruebas donde se mide el verdadero caracter
y el grado de pulcritud de un hombre, y es en ese aprendizaje donde conocemos
más y más el caracter y la pureza del Dios al cual amamos y servimos. Pues el
amor es servicio, y Dios es amor. Él mismo, para comenzar, ha hecho ya todo lo
necesario para indicarnos el camino al cielo y a la eternidad:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. -Jn. 3.16-17
Mas vale que aprendamos a reconocer ese regalo
que él extiende todos los días a cada uno de nosotros, el precioso regalo que
es su Hijo: nuestro Señor y Salvador Jesús, pues el más ferviente deseo de
nuestro Padre celestial es que todos alcancemos la meta en esta maratón de la
vida y ser dignos de estar en su presencia el día de nuestra muerte; vivir
confiadamente y para siempre junto al Dios que nos amó…
“…él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y
Dios mismo estará con ellos como su Dios”.
-Alvaro
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