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08/05/09 08:59
Tú me quieres
blanca
Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Ni un rayo de luna
filtrado me haya,
ni una margarita
se diga mi hermana;
tú me quieres blanca,
tú me quieres nívea,
tú me quieres casta.
Tú, que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú, que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.
Tú, que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone)
me pretendes casta
(Dios te lo perdone)
me pretendes alba.
Huye hacia los bosques;
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lávate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Ni un rayo de luna
filtrado me haya,
ni una margarita
se diga mi hermana;
tú me quieres blanca,
tú me quieres nívea,
tú me quieres casta.
Tú, que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú, que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.
Tú, que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone)
me pretendes casta
(Dios te lo perdone)
me pretendes alba.
Huye hacia los bosques;
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lávate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.
-Alfonsina Storni
El
20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama. La mastectomía
le deja grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de
depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad
mental se recrudecen. Se vuelve recluida y evita a sus amistades.
En
1937 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedica un poema de versos
conmovedores y que presagian su propio final:
“Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
Allá dirán.”
1938
fue el año de incertidumbres y temor por la renuencia de la enfermedad:
Alfonsina padece cáncer terminal. En octubre viaja a Mar del Plata. Desde allí,
envía dos cartas: una a su hijo, Alejandro, y un "Poema de despedida" al diario La Nación:
“Dientes de flores, cofia de rocío, manos
de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón
de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Ponme
una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas;
bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes, te
acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que
te olvides. Gracias... Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfono le
dices que no insista, que he salido..."
Hacia
la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación
y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la
playa. Aunque los biógrafos aseguran que saltó al agua desde una escollera, la
leyenda es que se internó lentamente en el mar.
-Tomado de Wikipedia
Puedes
también hallar interesante su obra en:
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Ruth:
La maravillosa historia de la “cenicienta” bíblica. (2)
Capítulo
1
“Entonces
se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el
campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió,
pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a
caminar para volverse a la tierra de Judá.
Y
Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre;
Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y
conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido.
Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, y le dijeron: Ciertamente
nosotras iremos contigo a tu pueblo.
Y
Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo
más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? Volveos, hijas mías,
e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza
tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, ¿habíais
vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar
por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras,
pues la mano de Jehová ha salido contra mí.
Y
ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se
quedó con ella.
Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
Anduvieron,
pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en
Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta
Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en
grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me
ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha
dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?
Así
volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab,
y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada. ” -Rt. 1.6-22
Luego
que Noemí se hubo quedado sola con sus dos nueras (muertos su esposo y sus dos
hijos), decide regresar a Judá oyendo de los hombres que la época de hambre ya
había pasado y la prosperidad volvía a su tierra. Algunos puntos son
interesantes en esta parte del relato bíblico y lo desmenuzamos:
Primero,
El
tremendo mal consejo de Noemí a sus nueras cuando les pide que vuelvan a sus
prácticas idólatras y lejos del único Dios verdadero, nuestro Señor y Santo de
Israel: Jehová de los ejércitos es su nombre por siempre. ¡A él sean dadas toda
la honra y toda la gloria!
¿Se
puede imaginar alguien tan perdido de la sana doctrina del evangelio como lo
estaba Noemí?...:
“…He
aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.”
Segundo,
Le
echa la culpa de sus males a Dios cuando todo terminó como simple producto de
un conjunto de muy malas decisiones:
“…
que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido
contra mí.” “No me llaméis Noemí (Amable, Placentera), sino llamadme Mara (esto
es, amarga); porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui
llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis
Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha
afligido?”
Tercero,
La
declaración que determinó TODO el destino de Ruth:
“No
me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres,
iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. TU pueblo será MI pueblo, y TU Dios
MI Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga
Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.”
Esto
resulta aleccionador para nosotros que “decimos confiar en Dios”. En
realidad, ¿confiamos en él en medio de nuestras propias adversidades, la crisis
económica o política o ideológica que pudiera darse? ¿Confiamos en sus
promesas? ¿Confiamos que tendremos lo necesario para nuestra vida diaria y la
de nuestra familia? ¿Confiamos en verdad que de su mano se harán realidad
nuestros mayores y mejores sueños?...
Esta
sencilla declaración de Ruth la llevó de la desesperanza y el dolor de la
viudez a la esperanza y la alegría, del no pertenecer y no ser parte de la
protección de Dios a ser una antecesora directa de nuestro Señor Jesucristo y
dentro del pueblo de Dios.
Dios
es un Dios que se preocupa profunda y sinceramente por quienes lo aman,
él no se desentiende de nadie, ni siquiera de aquellos que no lo buscan en su
vida diaria y que lo ignoran en todas sus decisiones y pasos. Dios es un Dios
que busca relacionarse con cada uno de nosotros como si solo UNO de nosotros
existiera sobre el universo, como si nadie más hubiera, como si el mundo
estuviera y se lo hallara desierto… Dios es un Dios que sufre por nuestras
malas prácticas y hábitos en los que nuestro propio pecado nos denigra y nos
destruye, y el mundo y el diablo con sus artimañas sutiles y “aparentemente”
inofensivas, buscan solo hacernos “uno más del montón” en estos días en que
cada cual se va perdiendo…
Cuarto,
Cuando
Ruth dijo lo que dijo, cambió su vida para siempre, su confianza ya estaba bien
cimentada en el Dios de la Biblia, tanto es así de impactante el cambio que
podemos darnos cuenta en el último versículo del primer capítulo de este libro,
la declaración es contundente para cualquier “desesperanzado que crea que Dios
no se preocupa por nadie”:
“Así
volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab,
y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada. ”
¿Lo
ve?... ¿Lo puede ver bien?: llegaron justo “al comienzo de la siega
de la cebada”, es decir, justo a tiempo para aprovechar la cosecha de
aquellos israelitas que podían darles trabajo recogiendo el grano y espigando
entre las gavillas. Todas las bendiciones y su profundo cambio de vida comenzaron
en la dureza de las tareas del campo tras los segadores.
Como
cristianos, muchas veces, pensamos ser tan especiales y privilegiados ante los
ojos de Dios y de los hombres que no entendemos cuando esas mismas bendiciones
que anhelamos nos llegan, sobretodo para empezar, de maneras muy sacrificadas,
difíciles y duras. Pregunta: el arroz que nos servimos y disfrutamos día a día
en nuestra mesa, vino así, solito, sin ninguna complicación ni trabajo ¿y se
puso por sí mismo en nuestro plato?... ¿Cuándo entenderemos que Dios es
soberano y él conoce la mejor manera de prepararnos para ser hallados dignos de
ir a su presencia?... ¿Por qué, si algo nos va mal o resulta duro de trabajarlo
en la iglesia, pensamos que Dios ya no está con nosotros, o su Espíritu Santo,
o sus bendiciones y sus promesas ya no creemos que serán para nosotros?...
Antes
de continuar más adelante, en su camino “cristiano” ¿no será mejor que comience
por espigar su propio campo primero?... ¿Ha obedecido lo que debe haber
obedecido? ¿Se ha bautizado? ¿Ha procurado bautizar a su esposa y bautizar a
sus hijos? ¿Escudriña su Biblia a diario? ¿Busca a Dios en las oraciones
(tantas como pueda) que resulten ser necesarias?... ¿Por qué tiene Dios que bendecirle,
si no ha obedecido en lo que ya conoce de su palabra?... Solo cuando
acepte con humildad las tareas de campo que le sean impuestas, estará usted
listo para las de mando y de liderazgo que le sean delegadas. Solo cuando
aprenda a estar sujeto bajo autoridad, estará listo para ejercer autoridad
sobre los hombres.
Ruth
comenzó de la mano de Dios recogiendo ¡todo el día!, y con su corazón
desecho por la viudez, los granos que no alcanzaban a recoger los segadores, y
Dios transformó su vida ¡para siempre! de una forma maravillosa…
“...y llegaron a Belén
al comienzo de la siega de la cebada.”
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