El Rescate del sol

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13/12/09

  
El jefe Wai vivía cerca del lago Tumba con sus mujeres y numerosos sirvientes. Mokele, un muchacho alto y apuesto, era uno de sus hijos. Por aquel entonces, no lucía nunca el sol. Durante el día el cielo permanecía nublado y por la noche brillaba la luna. Un día, Mokele le preguntó a su padre: “¿Por qué aquí nunca hace sol?” El jefe Wai se entristeció: “Lo robaron hace ya mucho tiempo”. “Yo te lo traeré de vuelta”, dijo Mokele.

El muchacho cortó un gran árbol y lo vació para construir una canoa. Cuando la terminó, los animales salieron de la selva y le suplicaron que los llevara con él. “Te ayudaremos a recuperar el Sol. Si el dueño no quiere venderlo, le picaremos”, zumbaron las avispas. “Yo soy capaz de encontrarlo, aunque este escondido”, resopló la tortuga. “Yo tengo una vista magnífica y podría llevármelo volando”, chilló el águila.

“¡Bienvenidos a bordo!”, exclamó Mokele, y los animales se apiñaron en la canoa dejando apenas sitio para el joven.

Mokele remó por los ríos que atravesaban la selva. Pasados muchos días, llegó al territorio del jefe Mokulaka, que era el responsable de haber escondido el Sol. Mokele le fue a preguntar cortésmente: “¿Estaría dispuesto a venderme el Sol?”. El jefe Mokulaka no quería venderlo, pero al ver el feroz leopardo, el enorme mandril y los demás animales en la canoa, pensó que sería muy difícil quedárselo.

“Muy bien – respondió –, pero tendré que hablar con mi hijo para decidir un precio justo. Entretanto, ¿por qué no descansas un rato?”. Mokele accedió y se sentó bajo un árbol. El jefe Mokulaka corrió a ver a su hija. “Molumba – susurró –, ese hombre debe morir. Prepárale un veneno”. Pero el jefe no se fijó en la avispa que revoloteaba a su alrededor. La avispa volvió volando a Mokele y le avisó de lo que planeaban contra él.

Cuando el jefe invitó a Mokele a entrar en la cabaña de su hija, el muchacho actúo como si no supiera nada del veneno y se puso a charlar con Molumba. Ella se quedó tan prendada del apuesto joven, que tiró el veneno a escondidas.

Mientras Mokele y Molumba conversaban, la tortuga encontró el Sol escondido en una cueva, y sujetándolo con firmeza, lo sacó de allí.

El águila levantó a la tortuga con sus garras y remontó el vuelo. Por primera vez en mucho tiempo, el Sol se alzó en el cielo. Cuando Mokele y los animales vieron que el Sol iluminaba la selva, corrieron a la canoa acompañados por Molumba. Mokele se alejó remando río abajo tan deprisa como pudo. El jefe Mokulaka y sus guerreros los persiguieron hechos una furia, pero tuvieron que abandonar al verse atacados por un enorme enjambre de avispas.

Mokele remó sin parar de vuelta al poblado. “¡Padre – gritó –, te traigo el Sol!”. El jefe Wai y toda su tribu dieron grandes muestras de júbilo. El Sol volvería a salir cada mañana, iluminando con su luz maravillosa a todos los habitantes de la selva.

Mokele se casó con Molumba y fueron muy felices. El joven relató su aventura una y otra vez. Se la contó a sus hijos y a sus nietos, y las gentes que viven en la selva aún siguen contando la historia de Mokele y el rescate del Sol.

-Cuento africano





………………………………….La Biblia dice:……………………………………
"Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides." -Is. 44.21


Muchos no comprendemos la verdadera magnitud de los momentos que podemos hablar de Dios a otras personas, que no lo conocen realmente, o en los que podemos relacionarnos con él al instante de nuestras oraciones.

El versículo que pongo en este artículo me llegó a lo más profundo en momentos de mucha necesidad espiritual que he estado afrontando este mes último, mi fe se vio de pronto truncada y mi vista resbaló de a poco en las cosas y situaciones de este mundo, contrariamente a lo que nos llama a hacer Jesús: No poner la mira sino en las cosas eternas, las de "arriba", preparadas para nosotros "desde antes de la fundación del mundo" y que sobresalen con creces sobre cualquiera de las cosas sobre la faz de la tierra por más maravillosas que a simple vista parezcan.

-No me olvides, Dios mismo llamándome; no me olvides, una pequeña súplica celestial; - No me olvides, ángeles corriendo sobre el corazón que se distrae... Rescatar la imagen de Dios y de su Hijo !eso SI es lo más importante!... Enseñar su existencia cuestionada por las filosofías de este tiempo, con toda la intención serena de que quien lea esto también lo encuentre y le conozca como a mí mismo cuando me libró de la poseciones demoníacas que me ultrajaban y me desvalían...

¿Olvidar TODO lo que hizo por mí?... olvidar su mano sobre mi corazón cuando más cuarteado estaba... olvidarme de las palabras SUYAS que en este blog narro... olvidar que me ha castigado a veces al enmendar mis pasos... ¡Dios mío! cuánto debes amarme como nadie más me ha amado que no me has permitido PERDERME... Olvidarte entonces, olvidarte... no es opción para mí pues nadie olvida a quien realmente le ama. Tu amor es de dulces dátiles, mandarinas salteadas, grosellas con olor a finas esencias y perfumes... Jesús, eres en verdad lo más BELLO que existe, lo más SANTO y HERMOSO, y aunque no te fuera digno eres lo más BUENO que pudiera imaginarme hasta este instante que pudiera existir, que existe y que ha existido...

Quisiera ser Mokele remando río abajo y abrigando tu amor en mis brazos para que nadie te dañe, solo hasta llegar a la orilla segura de un puerto y mostrárte, así, al mundo y que pudiera entenderte como mi corazón hoy te entiende...




El joven relató su aventura una y otra vez. Se la contó a sus hijos y a sus nietos, y las gentes que viven en la selva aún siguen contando la historia de Mokele y el rescate del Sol.

(...siervo mío eres tú; Israel, no me olvides),...




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-Alvaro

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