En el campo

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02/11/09 17:31



Me dijo la gardenia: —¡Soy muy blanca! 
Y yo le contesté: —¡No como ella! 
—¡Es celeste mi luz! —murmura Sirio
y —¡La suya es mejor! —digo a la estrella. 

La alondra enamorada, en el encino, 
y el ruiseñor, oculto entre las flores 
cantan alegres: los escucho y pienso 
—¡qué mal cantan los pobres ruiseñores! 

No hay pájaro que iguale las cadencias 
de la voz de mi amada; no hay lucero 
que brille cual sus húmedas pupilas 
cuando me dice con amor: —¡Te quiero!

Llévate todo ¡oh Dios! luz y perfumes, 
el ruiseñor, las flores y la estrella, 
todo lo hermoso que a la tierra diste... 
¡Pero déjame á ella! 

-Manuel Gutiérrez Nájera, 1887 




Todo amor hace que las demás cosas, ajenas a ese amor, pierdan importancia, lugar, valor e incluso significado.

La Palabra de Dios conforme va adentrándose en los pensamientos, el corazón y la voluntad de quien la busca, nos va dando a entender claramente lo mucho que Dios nos ama y cuánto ha hecho él por cada uno de nosotros; y lo que más importante: lo sigue haciendo cada día. Su Palabra declara que él “hace llover sobre justos y sobre injustos”, que él no procede de una vez a juzgar al mundo esperando “que todos procedan al arrepentimiento” pues no desea la muerte del malvado, por más malvado que alguien sea siempre Dios le extiende una esperanza escrita desde tiempos de Moisés y es, en realidad, una carta de amor de las más bellas: la Santa Biblia.

Si el profundo amor que un hombre puede llegar a sentir por una mujer lo plasma magistralmente en un poema, ¿cuánto más pudo plasmar nuestro Creador mientras leemos acerca de sus promesas?... La reflexión es, en realidad, muy simple: ¿estamos dispuestos en realidad a escuchar en el silencio su voz mientras leemos Samuel o Génesis, hojeamos a Miqueas o Lucas o Juan y nos va instruyendo en el camino que él desea sigamos, sin dudar nada, tan solo creyéndole, firmemente. por que él nos ama?...
El Dios del universo, quien hizo todas las cosas, y es Soberano y eterno ¿seguro estoy que ha de escucharme en mis oraciones?... ¿estoy seguro de ello?...

Solamente cuando existe tal seguridad en Dios puede un hombre amar verdaderamente, pues la misma Biblia declara que “Dios es amor” pero en ninguna parte dice que el hombre sea tal cosa y, si el hombre no conoce a su Creador el poco amor con que venimos al mundo es lo poco que puede ofrecerle a su esposa. Un hombre de Dios en cambio reconoce que la fuente de amor que necesita siempre está en Dios mismo, no en otra parte, y pide en sus oraciones ese amor que necesita para dárselo día con día a la mujer a quien “dice” que ama.
Muchos hombres pierden con facilidad el primer amor que le tuvieron a su esposa porque no han aprendido a reconocer este simple, pero también delicado, principio. Un hombre casado ya tres meses, o quizá tres años, o talvés treinta ¿podría dedicarle el poema de este artículo a su esposa sin cinismo alguno, con todo su corazón, sin antes haber pedido a Dios mismo (la fuente) ese amor que sobrepasa con creces la pasión de la juventud, los viajes, las riquezas y que siempre brilla con luz propia a pesar de los años y de los problemas?... ¿Puedes dedicarle un poema así, ahora mismo, sin dudar ni teniendo de qué avergonzarte, nada, a la esposa a quien dices que amas?... Si demoras en responder ya puedes darte cuenta de cuánto “no amas”.

Dios es amor, no hay otro, y como hombre sujeta firme este principio para que llegues a amar a tu mujer con los mismos ojos con los que él nos ama simpre.

Los poemas más bellos nacen de un corazón por demás agradecido, agradecido con la vida y con lo que ella ofrece todos los días, agradecido por poder querer y sentir que lo quieran, agradecido de las oportunidades buenas y que supo retenerlas, incluso tanto que el amor que sienta por una persona, solo una en la inmensidad de este planeta, valga más que todas la cosas obtenidas, que todos los tesoros, que todos los más caros sueños cumplidos, y solo ella lo vale todo: la luz que te permite verla, el aire que respiras a su oído.



Para terminar (sin más comentarios) te dejo algo hermoso que espero puedas decirle con toda honestidad a la mujer que amas:


"Si el cielo con todas sus estrellas y el mundo con todas sus riquezas fueran míos, algo más pediría. Pero si ella fuera mía, me contentaría con un rincón, el más pequeño de la tierra". 

-Rabindranath Tagore





-Alvaro 


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