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16/11/11 09:34
Iba yo pidiendo de puerta en puerta, por el
camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño
mágico. Y yo me preguntaba maravillado quién sería aquel Rey de reyes.
Mis esperanzas volaron hasta el cielo y pensé que
mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas,
tesoros derramados por el polvo.
La carroza se paró a mi lado. Me miraste y
bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin, y
de pronto tú me tendiste tu diestra diciéndome: “¿puedes darme alguna cosa?”.
-Ah!, ¡qué ocurrencia la de tu realeza! ¡Pedirle
a un mendigo!
Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego,
saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di.
Pero qué sorpresa la mía cuando al vaciar por la
tarde mi saco, encontré un granito de oro en la miseria del montón. Qué
amargamente lloré de no haber tenido corazón para dártelo todo!
-Rabindranath Tagore
………………………………….La Biblia dice:……………………………………
“No améis al mundo, ni las
cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está
en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos
de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece
para siempre”. -1 Jn. 2.14-17
Existe una gran diferencia entre “necesitar algo”
y “amar algo”.
Necesitar significa que ese algo es
imprescindible para que podamos vivir (alimentos, vestido, transporte,
vivienda) e incluso desarrollarnos como personas y cumplir nuestros sueños y
metas (empresa, trabajo, ahorros, inversiones), por tanto, la necesidad de un
momento es totalmente válida para cualquier individuo y que busque, por lo
mismo, la manera más adecuada de poderla cubrir. Dicho sea de paso que esto se
contrapone a la pésima y negativa actitud del “conformismo”, con lo cual nadie
se puede desarrollar.
Sin embargo la Biblia nos advierte que, si somos
hijos de Dios por haber creído en el sacrifico de Cristo en la cruz, nunca
debemos permitirnos el lujo de llegar a “amar las cosas del mundo” más que a
Dios, este peligro entraña un grave desliz moral y emocional del hombre que se
deja llevar al “obtener cosas” sin que entrañe realmente cubrir una “necesidad”.
En el curso de nuestra existencia siempre tendremos deseos que buscaremos
satisfacer pero, una vez cumplido alguno de ellos, nunca nos permitamos tener
la actitud de “buscar algo más grande o mejor” sino, antes bien, seamos
agradecidos con el Señor por lo que alcanzamos a conseguir.
Cuando se ama a alguien “ese alguien gobierna y
llena tus pensamientos” y con las cosas materiales sucede exactamente igual, el
momento en que te permitas el lujo de comenzar a amar algo (un vehículo, un
tipo de casa, un negocio muy lucrativo… ) también “ese algo
gobernará y llenará tus pensamientos”. Llegará el momento
(incluso sin darte cuenta…) en que siempre estarás pensando en una cosa y nada
más; el descuido por las cosas del Señor entonces se vuelve por demás obvio: no
tenemos tiempo para él (no oramos sino “apenas”, ya nunca abrimos las páginas
de la Biblia, no nos congregamos –no faltan excusas-, no ayunamos ni servimos
en nada) y sin embargo esperamos, eso sí: siempre!, que él sonría desde el
cielo contestando nuestras pobres y ocasionales oraciones.
En esto nos dan una lección bien puesta los
musulmanes, ellos oran a su Dios cinco veces al día, de rodillas y con la
frente al suelo en total humildad y sencillez de corazón, ¿alguna vez seremos
capaces de lograr sinceramente tener esa actutud de adoración y sobretodo:
respeto a nuestro Dios y Santo de Israel, Jehová de los ejércitos, Dios de
Abraham, Dios de Issac, Dios de Jacob; el Altísimo, el Anciano de Días de
Daniel, el cual habita y mora en fuego, luz inaccesible y la santidad
perfectas?...
Esa actitud es la que entraña el peligro del cual
nuestro amado Dios nos advierte nunca dejarnos llevar, y sobre nuestra relación
con las cosas materiales que podemos necesitarlas lícitamente o cosas que
simplemente nos dejamos llevar por la publicidad, comenzaré a hablar en estos
mensajes que estoy por pasar.
En lo que a mí respecta puedo decirles en
confianza que también me ayudó, al comprender mejor estos versículos, a ver con
claridad los afanes en los que me estaba dejando llevar de modo que también
espero les sirva a todos ustedes.
Creo que este tipo de enseñanzas es bueno
volverlas a “refrescar”…
" ...el mundo pasa, y sus deseos; pero el
que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
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