Porqué necesitamos la Salvación? Porque solo Cristo salva

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21/03/12 09:17


“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo (a Jesús), y crea en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. -Jn. 6.40




1)    La Biblia enseña que solo en Cristo podemos alcanzar la salvación, en ninguna otra persona ni iglesia, ni religión o filosofía, ni santo ni vírgen ni mártir, única y exclusivamente en su Santo nombre un hombre o una mujer se salvan.

Vivimos tiempos en los cuales se nos ha enseñado (y engañado) por las iglesias tradicionales que no importa el camino que escojamos para ir al cielo, y solo por mencionar algunas:

- con tal de no hacer daño a nadie,

- con tal de portarnos bien y ser “buenos”,

- que Dios no condenaría a alguien solo por no creer que él existe;

- que si somos budistas o católicos o mormones o testigos o evangélicos tampoco importa, o;

-incluso se tiene la creencia de que podemos buscar a Dios a nuestra manera y con nuestros métodos; sin embargo, a la luz de las escrituras una sola realidad salta a la vista: solo Cristo Jesús salva y es el único camino provisto por Dios Padre para alcanzar el cielo cuando muramos:

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. -Hch. 4.12

Yo (Jesús) soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí. -Jn. 14.6




Una traducción más gráfica y explícita sería esta para que quede claro lo que el Señor está diciendo de sí mismo:

Yo (Jesús y ningún otro) soy el camino (al cielo y a Dios Padre), y la verdad (en las escrituras), y la vida (eterna): nadie viene al Padre (o al cielo), sino por mí.

Luego de esta explicación la pregunta final es simple: ¿si murieras ahora mismo porque Dios así lo quiere, conoces bien dónde pasarás TU eternidad realmente? ¿Estás listo para encontarte con el Creador si eso llegara a ocurrirte?...



Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. -Jn. 10.27-28





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