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20/06/11 15:45
"Asomaba
a sus ojos una lágrima
y
a mi labio una frase de perdón;
habló
el orgullo y se enjugó su llanto,
y
la frase en mis labios expiró.
Yo
voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro
mutuo amor,
yo
digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y
ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?"
-Gustavo Adolfo Bécquer
………………………………….La Biblia dice:……………………………………
"Y
cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también
vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os
perdonará vuestras ofensas." -Mr.
11.22-26
Si algo tenemos de difícil para poder hacer es
precisamente el perdonar a quienes nos hayan lastimado en alguna forma, como
hombres y en lo natural no podemos hacerlo muy fácilmente que digamos y por lo
general nos cuesta cumplir con este requisito a fin de que Dios pueda contestar
nuestras oraciones. Sin embargo debemos comprender cuan fiel es el Señor que él
NUNCA se contardecirá con la Palabra que él HA DADO; cuando nos da un
mandamiento, enseguida y "añadido" a este nos da siempre alguna de sus
bendiciones. Dios siempre actúa de esa forma pues aún cuando envía algún mal a
los hombres (o permite que algo malo pase en la tierra: "“yo Jehová, y
ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y
creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto" -Is. 4.7), aún
entonces el Señor manda sus advertencias primero antes
de permitir que algo malo nos pase o seamos sometidos a alguna prueba; pero
triste es darnos cuenta que no sean contestadas nuestras oraciones porque no
hemos perdonado a alguna persona.
Preferible que no conteste en lo que le pidamos a
causa de alguna prueba que él permita en nuestras vidas, y no porque tenemos
algo contra alguien y "seguimos dándonos por desentendidos"; mas vale
que nos examinemos a nosotros mismos ante de volver a arrodillarnos en nuestras
oraciones y veamos si acaso también hay todavía algún residuo de amargura, algo
que no hemos solucionado del todo e impide la buena comunicación con nuestros
semejantes en alguna forma, pues con amargura no somos ya capaces de volver a
dar la mano abierta y francamente, tampoco podemos compartir quizá la misma
mesa ni la misma comida y lo pensamos dos veces antes de aceptar invitación
alguna sobretodo si viene de gente que no conocemos.
Perdonar es imperativo para que Dios nos escuche,
perdonar no es una opción o favor que le "hacemos al Señor" ni mucho
menos, él sabe, porque nos hizo, que un corazón lleno de lodo y piedras no
puede llenarse si primero no arroja todo eso en el olvido en que él mismo olvida
todas nuestras faltas, pecados e incredulidades, sin que otra vez vuelva a
reprocharnos por eso. Si Dios nos perdona también nosotros debemos perdonar a
quien sea que nos hubiera hecho algún daño.
Y para disfrutar de "su paz" no hay
otra forma:
¡perdonar
es amar!
.
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