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18/01/09 17:40
Soneto XXIX
de las regiones duras con frío y terremoto
que cuando hasta sus dioses rodaron a la muerte
nos dieron la lección de la vida en la greda.
Eres un caballito de greda negra, un beso
de barro oscuro, amor, amapola de greda,
paloma del crepúsculo que voló en los caminos,
alcancía con lágrimas de nuestra pobre infancia.
Muchacha, has conservado tu corazón de pobre,
tus pies de pobre acostumbrados a las piedras,
tu boca que no siempre tuvo pan o delicia.
Eres del pobre Sur, de donde viene mi alma:
en su cielo tu madre sigue lavando ropa
con mi madre. Por eso te escogí, compañera.
-“Cien sonetos de amor”, Pablo Neruda
………………………………….La Biblia dice:……………………………………
Si hay algo que Jesús NO hace es darnos la opción
de NO AMAR a nuestro cónyugue, y el apóstol Pablo es muy firme tanto para el
hombre como para su mujer en estos términos:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a
a sí mismo por ella.” -Ef. 5.25
a sí mismo por ella.” -Ef. 5.25
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres
como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.” -Ef. 5.28
“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como
conviene en el Señor.
Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis
ásperos con ellas.” -Col. 3.18-19
“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a
su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” -Ef. 5.33
Es inevitable, alguien tiene que perder, y lo
mejor de eso esta en el hecho de que ambos pierden de modo que ninguno de ellos
puede “sacar a pecho” una victoria, y tampoco el otro puede decir honestamente
que haya salido derrotado. Como bien dijo el pastor Rogers: “son necesarios dos
funerales y una boda”, donde ambos mueren a su egoísmo y ceden al “nosotros”
pasando del noviazgo hacia el matrimonio.
Si un hombre es trabajador, respetuoso, fiel y
honesto siendo soltero, lo será también una vez se haya casado, si una mujer
sabe ocuparse en preparar la comida, hacer las tareas de un hogar, busca
superarse y salir adelante en la vida también lo seguirá haciendo cuando se
case. Ninguno de los dos puede ofrecer algo al otro de lo que no es o no busca
en la vida, el común engaño de enamorados esta en creer que “con mi amor” lo
voy a “cambiar”; o, “es que el (o ella) me ama tanto que me ha prometido que no
va a volver a tomar (o fumar, o drogarse, o buscar pornografía… )”.
Nadie sino ellos mismos se auto engañan al pensar
de tal modo, si un hombre o una mujer no se encargan por si mismos del problema
que tengan siendo solteros, menos aun lo llegan a hacer una vez se hayan
casado; y la verdad es que solo Cristo puede cambiar nuestras actitudes,
decisiones, hábitos, problemas de modo de llegar al matrimonio preparados a
SERVIR, ajenos del egoísmo propio, y ser un buen esposo o esposa. El hombre
considerará el ser amable y generoso cada vez que pueda, atento a las
necesidades de otros como suyas propias de modo que cuando haya que cambiar
pañales, a las dos de la mañana, no hará levantar a su esposa, y él mismo
atenderá a su crío comprendiendo y valorando bien todo lo que su mujercita tuvo
que afrontar durante el embarazo, tal será su atención, su paciencia y esmero.
De igual forma, la mujer que busque casarse comprenderá el valor real de
aprender a hacer todas las tareas hogareñas, conseguir y preparar los
alimentos, barrer y trapear, lavar la ropa; es triste ver que para muchas
mujeres esto suena a “esclavitud” enfocada hacia el hombre, en muchas
conversaciones de oficina “suena ofensivo” que alguna chica hable de preparar
algún plato en especial, o cómo conservar y aprovechar los alimentos y las
mejores bebidas; lo último de lo que se hablaría es de los quehaceres
domésticos.
Sin embargo Dios hizo a la mujer
como ayuda idónea del varón, no al revés; y por lo
tanto no hay razón de sentirse ofendidas si su papel está basado en el servicio
hacia su “hombre” (uno solo, su marido), tanto como el hombre
debe ser digno siervo de su creador que lo puso
a cargo (y responsable) del huerto que le fue dado y de su esposa; pues Adán no
fue creado tampoco para solo ser servido, él debió entender cómo y cuánto
sacrificio implica el cuidar de su compañera y amarla. Eva debió comprender
también que así como Adán servía a Dios, ella también fue traída al mundo para
que sirviera a su esposo. Ese es el orden, ese es el principio, este es el
fundamento del amor repetidos en la trinidad perfecta del creador: la mujer que
sirve
a su marido, el varón sirviendo a su Dios, Dios amando y cuidando
de su criatura, y esa misma criatura que a veces es, por decirlo así, algo fea
como un oso, amando, cuidando y valorando a la mujer
que él mismo escogió entre muchas otras, la que le fue dada!
“… Por eso te escogí, compañera.”
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