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29/12/08 05:25
- En todos estos años nunca he olvidado lo que usted me dijo en ese puente, y todo lo que ustedes hicieron por mí. He tratado de vivir mi vida con dignidad…
Espero que sea suficiente ante sus ojos.
El viejo permanecía de pie ante la cruz que indicaba el sitio del reposo final del capitán quien perdió su vida en su rescate, años atrás ya, Segunda Guerra Mundial, en tierras francesas.
La cruz, blanca y perlada por la gloria de la libertad por la que se luchó, escuchaba en silencio las palabras pausadas de ese hombre quien, junto a su familia, había venido a dar un último tributo a alguien que lo merecía con creces.
Entonces, alejándose por un momento del grupo familiar, su esposa, puso suavemente su mano en el hombro conmovido, a lo que él, en otro gesto parecido en su mirada, y vuelto el rostro a ella, le increpó:
- Dime que he vivido con dignidad.
- ¿Qué?, pregunta, sorprendida…
- Que soy UN HOMBRE BUENO.
Ella lo mira a él, la cruz ante la que se encuentran, luego a él, y acariciándole sus mejillas, responde:
- Lo eres. Lo eres.
(Ultimo diálogo, última escena, tomado de la
película “Salvando al Soldado Ryan”).
………………………………….La Biblia dice:……………………………………
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo,
para recompensar a cada uno según sea su obra”. -Ap. 22.12
La vida debe vivirse de tal forma que cada día
cuente como un día muy especial, en los boy scouts se atribuía uno el hecho de
llevar a cabo "su BUENA labor del día" como algo natural, ayudar a
cargar paquetes de compras a alguien en los supermercados, o cruzar a
ancianitos por las bocacalles del barrio, cualquier cosa semejante y corríamos
avisar a nuestro correspondiente guía de la labor efectuada de modo que acumule
puntos en nuestra libreta (nos daban una para llenar a lo largo del aprendizaje
tal como una buena libreta escolar).
Viene a mi mente una ocasión especial cuando
llegué a tener tantos carritos "Matchbox" a la temprana edad de 7 u 8
años, pero no duraron mucho pues a final terminaba regalando a mis amigos más
pobres uno que otro y del tarro lleno de ellos poco más ya ni quedaba el
recuerdo, de modo que mi papi no volvió a comprarme otra vez a no ser en uno
solo de mis cumpleaños, unos años más tarde. Y, ese es el punto, vive la vida
de tal manera que siempre puedas extender tu mano a alguien, como cristiano
solo espero cualquier recompensa de nuestro Señor Jesús y, que él, y solo él,
vea y revise mis acciones pertinentes a este día en la profunda razón de su
amor para conmigo que es, de paso, y valga decirlo, totalmente incomprensible
ante mis ojos. La Biblia dice que solo somos un ligero soplo, "niebla
que aparece y que luego, al rato, se disipa, y ya no es más..." La
muerte llega y acaba todas las pretensiones sobre la tierra del corazón de los
hombres.
De paso, quizá no exista nada más demoledor en la
vida que el no saber decir las cosas, el anciano ya, de la película, tiene que
ir ante una cruz para agradecerle a su capitán el haber hecho por él todo lo
que hicieron junto a todos sus hombres, con tal de llevarlo a su madre como el
único hijo sobreviviente de 5 en total que eran. Hace años, cuando estuve en el
cuartel en la ciudad de Riobamba, durante mi entrenamiento para cabo de
reserva, iba de vez en cuando a una tienda de discos donde mi papi, en Quito,
les ayudaba en las grabaciones de sus casetes de música nacional y
latinoamericana sobretodo. Como nos acostumbramos a comprar discos por ese
motivo, también en los ratos de franquicia (días libres) acudía al almacén
donde una chica atendía y pasaba a veces largos ratos, de paso ya no solo,
conversando de todas las novedades que hubieran en Quito, con mi familia o la
de ella, el negocio, el país, o quizá hasta cosas más personales.
Solo con el paso de los años me enteré por uno de
sus hermanos, ya en Quito, consiguiendo unos discos de Julio Iglesias, que ella
había estado tan enamorada de mí en esos días y que estaba recientemente
casada. Honestamente nunca me imaginé tal cosa, a más de que no se me pasaba
por la mente, ni remotamente, el casarme o hacerme compromisos sin tener un
futuro definido y en el cual desenvolverme durante mi servicio militar
especialmente. En otra ocasión me sucedió lo mismo al no saber hablar con la
personita que me interesaba, y ya el tiempo ha pasado lo suficiente como para
entender con claridad cuánto daño puede desarrollarse de este simple hecho, se
vuelve una ligera ascua, pero ascua al fin, que no deja de quemar sino tras
largo tiempo.
Un día debe contar tanto como "tus
palabras", y tus palabras deben contar tanto como "tu día". Es
triste no saber decir las cosas, pero también es triste vivir en una sociedad
donde la palabra de un hombre ya no signifique nada: las palabras de promesas
en el altar tan solo para terminar en el divorcio, o la necesidad de "un
garante" en las transacciones bancarias así lo demuestran. De más está
decir que todo Dios lo ve y lo recompensará o te lo demandará algún día, las
palabras que digas incluidas, tus promesas incumplidas, un simple plantón a
alguien, el no haber invitado a alguien a sentarse a tu lado, el no saber
invitar a alguien a compartir algo de tu pan, de tu vino y de tu mesa. ¿Qué
tiempo esperarás para hablar con la persona que sabes tienes que hablar antes
que pase demasiado tiempo y solo una cruz en un cementerio pueda escucharte (si
acaso lo hacen las cruces encementadas). ¿Cuánto esperarás para aprovechar tu
día de una manera honesta, en servicio a los demás, a tus amigos, a los que no
lo son, a tu familia?...
"Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo
lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en
esto pensad." -Fil. 4.8
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo,
para recompensar a cada uno según sea su obra”. -Ap. 22.12
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