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29/12/08 05:32
Me he dado cuenta de algo que ocurre ¡con toda
certeza! en el mismo momento en que alguien desea saber algo de la Palabra de
Dios, de Jesús, o de cualquier cosa que tenga que ver con que él y toda su
obra. Y es que siempre existe a disposición un teléfono que suena y, ¿saben qué
más?... como para completarlo todo… tienen que contestarlo! Entonces toda
curiosidad y anhelo de un momento es borrado para volver a las labores
cotidianas como si ninguna inquietud hubiese existido.
La Biblia dice que debemos ser como niños: “porque
si no recibís el reino de Dios como un niño, no entraréis a él…”, pero si
lo hacemos en el sentido de valorar más nuestras circunstancias diarias y sus
afanes antes que escuchar, leer o compartir algo con los demás de aquello que
Dios nos ha dado, y ha hecho por nosotros, de cierto que tampoco entraremos a
él. El ser como niños tiene que ver con un corazón humilde, sencillo, parco en
su forma de ser, de vestir, de comer, de actuar en todas las circunstancias, y,
simplemente aceptar como un niño acepta las observaciones de su padre.
Ningún niño que ama en verdad a su progenitor le
contradice en nada, solo acepta y sigue de su mano y adelante; tal es el sentir
bíblico de ser como tales. Recuerdo bien que cuando mi papi decía algo para mí
era “ley” y no tenía problema alguno con ello.
Hoy en día con la seudo-ciencia en todos los
campos y medios posibles en los que nos desenvolvemos, al hombre no le es fácil
aceptar que Moisés, por ejemplo, pudo abrir el mar rojo con solo una vara (y
todo el poder y amor de Dios a su espalda). El hombre necesita “pruebas” y
entonces "medita" en la posibilidad de "creer” como un asunto opcional sin
importancia.
Cuánta falta nos hace ser como niños en un medio
donde el qué dirán y la etiqueta imperan antes que las circunstancias sencillas
de la vida: la amistad, la bondad, el amor genuino y no disimulado, la
generosidad, la paz, la alegría y el contentamiento con aquellas cosas que “ya”
tenemos.
“Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor.
Pero el mayor de todos, es el amor.”
Por cierto, mientras estabas leyendo esto, si no
atendiste al teléfono sonando espero de todo corazón que valores siempre las
circunstancias, las cosas y personas que Jesús mismo vaya poniendo en tu
camino. Quizá solo te jale la oreja, quizá desee conversar contigo, o incluso
quizá te lleve del brazo a su reino uno de estos días!
“Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no
maldigáis. Gozaos con los que se gozan. Llorad con los que lloran. Tened un
mismo sentir los unos por los otros, no siendo altivos, sino acomodándoos a los
humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por
mal. Procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto
dependa de vosotros, tened paz con todos los hombres”. - Ro. 12.9-18
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