Las que todo lo hicieron

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08/01/09 10:17



Las manos de Dios.
Sus manos.
Las manos del Señor.
Las manos de Jehová de los Ejércitos.
Manos horadadas por su amor…

Las manos que Todo lo hicieron.
Sus manos santificadas.
Manos desde el cielo.
Manos desde el huerto de su corazón.

Manos que pusieron al oso polar en lo blanco
y al águila o al cormorán en las playas del mundo,
el hilo del ocaso sobre las plantas,
la rueda del viento sobre las flores;
manos que hicieron al suspiro desde el ónice
y a todo alabastro con un dulce nombre;
el oleaje del trigo gentil en la distancia
y la mirada del hombre sobre la mujer que él ama.

Si todo esto, hermoso, lo hizo el Creador
cuando la nada fue su fundamento, y en su lápiz
(no tiene ni tuvo un borrador!)
las cosas fueron luz, temblor y fuego abierto,
horno circular en que también he sido hecho:
matriz de madre, circular, y en besos suaves
con ondas de dolor y trinos frágiles de raudas aves;
si todo esto, hermoso, sol, lluvia azul o gris,
el eco, el arroyo y un anciano
lo hicieron esas mismas manos de la cruz
un día singular de siete días mil,
si Todo esto hicieron esas manos y su luz
¿cuánto más hermosas no serán sus horadadas manos?...
¿Sus bellos dedos, viniendo del azul?...

-Alvaro Rojas, junio 21, 2008 
  

   


………………………………….La Biblia dice:……………………………………
Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. La tierra está llena de la gloria de Dios.   -Sal.19.1


  
El gusto por conocer otros lugares se lo debo a mi papi pues él nos llevaba en la camioneta, cuando niños, a cualquier parte y a veces solo nos decía entre bromas y en la merienda: - A nadie aquí le gusta la piscina como para irnos mañana a La Merced, ¿no es cierto?... A lo que estallábamos de alegría y nos prendíamos de sus brazos hasta que dijera que nos iríamos (a veces le gustaba que le rogáramos), y que alistásemos todo para madrugar y viajar temprano. De las pocas experiencias malas que tuvimos en los viajes fueron la neblina cerrada de la cordillera, o en una ocasión las nauseas que tuve por los emparedados de sardina para el desayuno, y una vez que se dañó la camioneta por Tandapi, fuera de eso siempre fue emocionante el simple y sencillo hecho de viajar, conservados en mi mente con toda gratitud hacia mi papi. Por otro lado, no siempre me gustó la idea de viajar en el balde pues en muchas ocasiones nos tocaba con mi hermano cubrirnos con plásticos, cobijas y la ropa más abrigada por ir expuestos al ambiente; cada vez que nos rebasaba algún auto envidiaba a los que iban en la parte trasera pues ellos si iban bien abrigados, por eso siempre me gustaron los automóviles especialmente los más largos: station wagon.

Cuando tuve mi propio auto, mi gratitud fue continua por ese sencillo detalle de poder hacer lo que me gusta y viajar cada vez que pueda (cada dos o tres meses,cerquita o a veces lejos…), teniendo su bendición y la bendición también de poder llevar a alguien más y no ser solo yo quien puede apropiarse de lo maravillosas que siempre resultan estas experiencias.

Por cierto, cuando llegaban las vacaciones en la escuela, resultaba una época feliz pues sabíamos que era viaje seguro a Manabí, la tierra de mi madre y de mis abuelos, mis primos Carlos y Fernando que era con quienes pasábamos más yendo a ver y a dejar las vacas, del potrero al río, y viceversa; o buscando mangos, tamarindo, hobos, corozos, choclo, maíz, maní, yuca, o lo que hubiera en la huerta, allá, en lo alto, en el lapislázuli verde ocre de la montaña.

Cada vez que veo los valles en la carretera como una serpiente danzando entre unas higueras, o el lápiz del Señor que dibuja el rostro amarillo del sol en el amanecer y en el ocaso, la fiebre de grosellas que el viento lleva en su tamiz de olores, delicias frescas y secretas, la cara delicada de una niña dormida cual un dulce pez en los corales, un corazón agradecido por el trabajo o por la vida o por la salud o por la esperanza; cada vez que observo todas esas pequeñeces las cuales todos las pasan por alto, o sencillamente las dan por hecho, y no se dan cuenta de la riqueza y de la belleza que encierran; cada vez agradezco a Dios y a todo pulmón el fresco lienzo que él pone ante mis ojos, de todo aquello que él hizo desde y hacia la eternidad para todos y cada uno de nosotros. Cuando mis ojos se cierren, lo cual no falta mucho, me alegraré de haber aprovechado cada día de mi vida y hasta la saciedad en disfrutar de sus montañas, las flores que en la entrada a mi trabajo susurran colores vivos y se encienden, tanto que, quizá si fuesen fuego y no colores, habrían ya terminado por calcinar mis córneas húmedas.

No entiendo cómo la gente no disfruta de su vida a cada paso; y no me hace eso ser menos receptivo a la belleza que día con día Dios extiende en su sábana secreta: el cielo, azul de oro, los volcanes, dorados de amor por siglos y siglos de amar en rojo; el aire verde, látigo sideral que refresca mi lengua y mi paladar; el agua desde la lluvia que cual fresco rostro su mejilla deja sobre mi espalda; una dehesa en el camino llena de vacas blancas de otoño y anís molido; la calle hacia mi casa que como una larga mano me lleva a la puerta con seguridad violeta…


Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman Perfeccionaste la alabanza? 
-Mt. 21.14

De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 
-Mt. 18.3

En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños"  
-Mt. 11.25



Qué cosa tan sencilla es el agradecer al Señor por todas sus bendiciones, tal como un niño que no pregunta nada sino tan solo acepta lo que su padre le quiera dar y ofrecer; un niño que pregunta es un niño sano que busca conocer más de la vida, un hombre con sus preguntas demuestra más que nada su incredulidad. Las únicas preguntas sanas que un hombre hace hacia su padre son las que lo lleven a conocer, apreciar y amarlo más a él, solo amarlo, por todo lo que él es en nuestra existencia diaria. Tan solo ser niños en nuestro corazón, para con su amor. Niños en sus brazos. Sin preguntas. Sin por qués! 



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