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20/10/08 15:14
Recuerdo con claridad la noticia que había sonado
a todo un escándalo en esos días, siendo todavía muy chico, La vi en un
periódico viejo en casa de uno de mis tíos mientras también ojeaba y me reía de
lo lindo con las revistas de Condorito, cada una más chistosa que la otra. Y
allí, entre tanto que mis padres y tíos conversaban yo tenía un sillón mullido
donde enterarme de las cosas que el mundo iba ofreciendo.
La noticia había corrido como lenguas de fuego
por las calles de la ciudad y, lejos de calmar la tempestad que levantaba,
parecía que cada una de las otras lenguas que existieran ponía su “punto final”
al asunto con una sola y severa sentencia: “qué vergüenza que pasen cosas como
esa!...” Comentario sobretodo de las mujeres más viejas.
El asunto en sí: un beso. Un simple y sonoro y
tan mullido beso quizá como “mi” sillón donde leía tan cómodo semejante
problema social para aquellos días. Lo habían pasado por primera vez en el cine
Bolívar, si más no recuerdo, en una película donde la pareja protagónica,
llegado al punto de “mostrar su amor” se habían dado uno. Uno solo. Un solo y
casi intangible beso. ¡Era el primer beso que la comunidad quiteña había visto
con “semejante desvergüenza” en público! Un beso en que casi solo se toparon un
par de labios enamorados (bocas magistralmente interpretadas, supongo… ).
Hoy en día, muchos asuntos del pecado no lo vemos
ni lo valoramos como tales: la lujuria de muchas películas en que el adulterio
se lo muestra como algo normal y perfecto (James Bond es un perfecto caso,
valga su redundancia en lo de: “perfecto”), nos ha llevado al grado de no ver
el mal del que proviene y al que lleva con sus consecuencias innatas. Pues todo
bien cosecha un bien, y del mismo modo todo mal, también, solo puede cosechar
su propio mal. “Laura en América”, “Cristina”, “Sexo en la ciudad”, y otras
series y películas como la de “Forrest Gump” en la que la madre del
protagonista se acuesta con un hombre solo para obtener para su hijo un cupo
escolar ("nobleza" que lo justifica), se están encargando de hacernos
ver la pornografía y la fornicación como un asunto más bien solo cultural o de
apetencias personales y perfectamente justificables.
Mas la Biblia, por palabra del apóstol Pablo nos
advierte con claridad en el libro de Gálatas: “no os engañéis, Dios no puede
ser burlado, todo lo que el hombre SEMBRARE, eso también SEGARA.”O. lo que
es lo mismo, si siembras bien obtienes bien, si siembras para mal obtendrás
mal. No hay ley en la creación de Dios más clara y tajante que esta!
Un hombre es dado a una mujer en matrimonio, no a
dos, tres o aún a otras más, y un varón también, y solo uno, para su mujer. Ese
es el equilibrio perfecto que debe haber en las relaciones maritales que Dios creó
para satisfacción y gozo de una pareja; es solo “su intimidad”, su MUTUA
pertenencia, esta NO LE PERTENECE A NADIE MÁS pues así también está escrito:
“…y serán una sola carne”, dice el Señor. Por tanto, si estás casado, solo
en tu esposo (a) está la satisfacción perfecta que necesitas descubrir y, si
eres soltero, ora para que la persona correcta llegue a tu vida y sepas
entregarte a ella en la más hermosa relación, que Dios ha creado en su amor
para nosotros, y que puedas experimentar. Tanto que se pueda llegar al punto de
decir lo mismo que se dijo un día de Adán y Eva; “…estaban ambos desnudos, y
no se avergonzaban”. Que tanto el uno para con el otro no tenga secreto
alguno en su vida de modo que tengan algo de qué ocultarse.
“…Y no se avergonzaban”.
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