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14/10/08 11:01
En una ocasión, en mi grupo de célula les
compartí algo cerca de lo que el Señor me había entregado en su palabra, y lo
está en este versículo: “La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es
bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno,
también tu cuerpo está en tinieblas” -Lc. 11.34
Cuando tu ojo es bueno... no contaminas tu
cuerpo con el licor dejándote llevar por él, ni por las presiones de tus amigos
ni familiares que quieran verte seguir los mismos malos pasos, para "tener
ellos su conciencia tranquila" por el continuo mal que van dándose el lujo
de cargar sobre sus días.
Cuando tu ojo es bueno... no vuelves a ver a una
mujer como un objeto de tus fantasías sexuales, como antes de conocer de Dios
yo también lo hacía igual que mis amigos y compañeros. Ni te dejas llevar por
la pornografía.
Cuando tu ojo es bueno... das lo mejor que puedes
al hacer tu trabajo diario y agradeces de todo corazón cuando te ocupas. Hay
tantos que no tienen ingresos fijos...
Cuando tu ojo es bueno... no codicias ni deseas,
solo buscas lo necesario, lo alcanzas, y sigues buscando aquello que todavía te
falte sin pretender vivir "del qué dirán" en que tantos otros se
desenvuelven.
Cuando tu ojo es bueno... te alegras con creces
al saber que alguien que tú conoces, aunque fuera tu enemigo o aquella persona
que más daño te haya hecho en la vida, alcance una magnífica bendición como el
poder tener un auto nuevo, una nueva casa o un excelente compañero (a) para su
vida.
Cuando tu ojo es bueno... tu corazón comienza a
estar con Dios en una relación cada vez más y más hermosa, profunda, amplia,
delicada, amorosa y estrecha; su amor te llena y no necesitas sino su sola
presencia para vivir una existencia en paz, productiva y dichosa.
Pero
cuando tu ojo es maligno... ¡nunca te pareces más a Satanás que entonces!
La Biblia lo llama así: "el
maligno", "el padre de la mentira", "la serpiente
antigua", "el dragón", "Lucifer", "Luzbel",
"Diablo", "el acusador de los hermanos", "el
tentador", "león rugiente buscando a quien devorar...".
Eres igual y puedes llamarte igual a él cuando
haces las cosas que él ama hacer en su más cruda mentira y su vanidad. Mentira
es que "solo una copita" y no me "ha de hacer ningún mal,
mentira es que una mujer sirva solo para el sexo, mentira es que un hombre
"tiene que vivir" y roba o mata o destruya por esa causa, mentira es
que el dinero solucione las necesidades más profundas del ser humano, mentira
son tantas cosas como la homosexualidad o el lesbianismo y sus matrimonios; los
mal llamados "derechos humanos" o la "libre expresión" que
no hay tal si con ello ofendo, destruyo o denigro a otros; o el argumento de
que "puedo hacer lo que sea con mi cuerpo" y en su nombre se asesinan
bebecitos con total impunidad y desvergüenza, o peor aún, sin ningún temor de
Dios y de sus mandamientos.
Porque cuando tu ojo es maligno... te
pareces "al maligno", igual (semejante, parecido) a él, eres
"su hijo", eres de su posesión tal como de aquel que ha sido salvado
por la gracia de Dios la Biblia dice: "a los que creen en su nombre
(Jesús) Dios les ha dado potestad de ser llamados "hijos de Dios".
¡Ahora le pertenecemos al Señor! ¡Gloria Dios por ello!
Comienzo este ministerio dándoles cada semana una
reflexión parecida, gracias al mensaje del Pastor Adrian Rogers que influyó
profundamente en mi vida.
-Álvaro, 2006 Enero 06, primer mensaje: Iglesia de la República
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