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13/10/08 11:33
Espero y no vayan a resultar como uno de mis
primos (por lo menos todos los de la costa son así, está en su naturaleza)
quien le llevaba cada vez que podía un ramito de flores a su entonces
enamorada, hoy su mujer. De modo que ella pensó: ¡qué afortunada soy, qué
muchacho tan romántico que ha sido y tal como me gusta a mí, que no sea
"otro más del montón"! y sepa ser "generoso y desprendido".
¡Elé!, -le oigo decir a ella ahora que ya se
casó, - ya ni se acuerda de traerme flores como cuando estábamos de enamorados,
y ¿qué iba yo a imaginarme en ese entonces que él trabaja en una exportadora de
FLORES colombiana?, ¡con razón me las traía si ahí le regalaban las que
quisiera de las que no se enviaban, todas buenas y hermosas eso sí, no son
nadita malas. Ahora, si me las llega a traer y si es que se acuerda, me dice:
¡ahí están, tanto que me las andas pidiendo, todas las que quieras PARA QUE LAS
VENDAS EN EL BAZAR que tienes!...
Sí que se pasa de "generoso" mi primo,
no lo creen?...
Con todo, no estoy diciendo que él NO LA QUIERA,
la quiere grotescamente, a modo de los Picapiedra, pero bueno, ¡la quiere!
Estamos en medio de una generación que no conoce en verdad el verdadero
trasfondo del amor y eso se aplica más aún en nosotros los varones; sin
ofender, por cierto.
Ahí es donde nos llega la palabra de Dios, en la
carta de Pablo a los Efesios, diciendo:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” - Ef. 5.25
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres
como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.” - Ef.
5.28
Y debemos amarlas siendo un fiel reflejo del
Señor, tal como Dios Padre nos ama y se lo recalcó a Josué, diciendo:
“…como estuve como Moisés, estaré contigo, no te
dejaré ni te desampararé.” - Jos. 1.5b
Un varón que de todo corazón pueda decir esto a
su esposa habrá entendido el compromiso adquirido y, aún si fuere necesario, dar
su vida por ella como Cristo la dio por todos nosotros.
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