Huellas solo para los ojos de un halcón


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17/10/08 14:59

 

 

¿Sabes cuáles son las huellas más profundas que dejó Jesús en su tiempo entre nosotros, cuando viajó predicando en tierras de Israel, e incluso hasta nosotros?

 

Sí. Quizá serían las huellas del pollino que usó y las pezuñas, dado el peso del Maestro, permanecen allí en el camino pese al tiempo, como testimonio real de su entrada triunfal en Jerusalén poco antes de su crucifixión.

 

Sí. Talvez la cruz dejó su ignominiosa marca ensangrentada, marca que el centurión malvado nunca pudo ocultar y aún hoy se la puede encontrar bajo una maraña de matorrales en el sitio tradicional (sitio por cierto, muy discutido hasta la actualidad).

O en el sitio del pozo de Jacob, en su camino a Samaria, quizá la descuidada nube del tiempo no acertó en su momento a borrar el tibio sudor que entonces bañaba una de sus cansadas manos, mientras en él se apoyó al hablar con la adúltera Samaritana.

 

A lo mejor nuestro Señor pidió expresamente que no volvieran a cubrir el techo que unos creyentes destruyeron, solo por acercar a un hombre paralítico y enfermo hasta sus pies, mientras la casa era llena de todas las gentes que era posible entonces meter en ella. No cabría ¡un alfiler! No hubo otra manera…

 

Sin embargo, sus huellas son más sutiles y perfectas. Están ahí, donde la flor del sol de la mañana pone un resquicio de la profundidad de sus palabras. Ahí, donde el corazón quebrado y desecho de Pedro rogaba el perdón divino por su triple negativa de conocerle, es ahí, donde de 10 leprosos solo uno tuvo la suficiente humildad de regresar y por la nueva piel tersa recibida adorarle y agradecerle; es ahí, donde el carísimo líquido efervescente de un perfume recibía de manos de mujer el toque del Dios de vida para una vida extraviada y perdida. Son huellas en corazones adormecidos, tibios, ingenuos, esquivos, imperfectos, olvidados, cansados de cargas y emociones y desesperanzas e impotencias desmesuradas.

 

¿Existen ese mismo tipo de huellas en tu “vida cristiana”? Digo, cuando encuentras a alguien con quien ya has saludado en un culto anterior, ¿la saludas nuevamente? Quiero decir, si tienes y vas con tu auto a la iglesia, ¿a cuántos llevas de regreso hasta su casa? Y si llegas a una hora determinada, ¿corres al templo por tus ansias de encontrarte con Jesús o solo por ganarte “un puesto” en medio de los asientos del salón?... Y qué, si tienes que declarar tu fe en la familia y amigos, ¿lo haces alegremente y con la emoción contenida de lo que has hallado en Dios?, porque, ¿qué hombre que haya sido sanado o limpio de una enfermedad terrible no riega la noticia de aquel que lo sanó?... ¿Agradeces los alimentos entre los demás, entre aquellos que no creen ni buscan al Señor? Pones un “pescadito con el nombre de Jesús” a lado de la marca de tu auto y te pasas todas las señales de tránsito que puedas, ignoras al peatón y nunca usas las direccionales?...

 

¿Sabes cuáles son las huellas más profundas que dejó Jesús en su tiempo entre nosotros, cuando viajó predicando en tierras de Israel, e incluso hasta ti, ahora?...

 

Son las mismas huellas que nosotros debemos dejar en medio de los quieran escuchar el mensaje del evangelio, la absoluta imposibilidad de justificación que tenemos ante un Dios Santo y Justo, y por ello, la salvación que necesitamos por medio y en el nombre de Jesús en el cual todos podemos ser rescatados y ser salvos.

 

Son las mismas huellas que nosotros debemos dejar, ¿estás ya sirviendo en algo al Señor y empeñándote en lograrlo?...

 

Si hoy muriera me gustaría que el único amigo que verdaderamente tengo en la tierra pueda decir de mi: él no me abandonó cuando todos los demás lo hicieron, ahí estaba él, simplemente llegaba a saber cómo estamos, desde el mismo instante en que me despidieron y en los años en que no he tenido un empleo. Si eso dijera de mi, solo eso, pasaría la eternidad contento de haber podido ser ese apoyo constante que tan solo necesitaba, aparte de lo que fuera primeramente con nuestro Dios y nuestro amado Señor, entre nosotros mismos.

 

También él ha sido de mucho apoyo en mi vida y agradezco haber sido y seguir siendo partícipe de sus cumpleaños, de una tardecita para conversar, almorzar, llevarle algo de comer hasta su casa, o que Raquel, su mujer, me invite a saborear algo de lo que tan rico cocina; quizá su famosa torta de tres leches o una de naranja o de chocolate. Sus preciosas hijas son de lo mejor “que tengo” y qué diré de su hijo menor: Kevin, él es tan sencillo y tan lindo que espero nunca su buen corazón de niño cambie cuando grande. No existe soledad habiendo riquezas tan grandes.

 

 

………………………………….La Biblia dice:……………………………………

“El amor sea sin fingimiento, aborreciendo lo malo y adhiriéndoos a lo bueno: amándoos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros; ... 

 

Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan. Llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir los unos por los otros, no siendo altivos, sino acomodándoos a los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal. Procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, tened paz con todos los hombres”. - Ro. 12.9-18



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